Preguntando se llega a Roma

Bienestar, Crecimiento espiritual, Desarrollo personal
Preguntando se llega a Roma

Los padres somos el viento debajo de las alas de nuestros hijos, para que construyan una hermosa vida, nosotros los encaminamos para que desarrollen sus talentos, para que alcancen sus metas, para que puedan ser las personas que vinieron a ser con todo su potencial a la mano y disponible para ellos. Nuestros hijos necesitan de nosotros confianza en ellos, necesitan que confiemos en la forma en la que ellos hacen las cosas -está bien-, aunque nosotros ya sepamos el resultado, no les quitemos el aprendizaje, dejemos que ellos comentan sus aciertos y sus errores, el ser aprensivo con los hijos se les da mucho a las mamás primerizas, ya que con su primer hijo viven todo por primera vez, y es muy difícil desapegarse a la idea de sobreprotección cuando es ella la que tiene miedo, no el niño. Pero con el tiempo vas viendo que no siempre es bueno protegerlos demasiado... ellos NECESITAN tener por experiencia propia sus aprendizajes, -en carne y hueso-.

Al quitarles eso y arreglarles todo, darles todo cortado y masticado lo que estamos haciendo es volviéndolos incapaces de resolver problemas, de pensar y razonar cual es la mejor opción, de tomar decisiones, de ahí  muchos adultos que desconfían de ellos mismos, que dudan de la forma en la que hacen las cosas, que les cuesta mucho trabajo resolver problemas y necesitan que otras personas los ayuden les resuelvan o les den lo que ellos quieren lograr...

Esto es imperativo para formar niños confiados, que se sientan CAPACES de lograr algo por si solos.

Lo que te puede ayudar para mejorar en este ámbito, puedes usar preguntas.

A la hora de vestirte, ¿Qué crees poder ponerte tu solo? ¿Tus zapatos? ¿Tus calcetines? ¿Tu short?

¿Cómo crees que sea mejor hacer esto?

¿Qué puedes hacer que te ayude a lograr el resultado que buscas?

¿Necesitas ayuda? ¿O puedes solo?

Preguntarles les ayuda mucho a razonar si quieren tu ayuda o la necesitan… si la necesitan adelante entramos al rescate, pero si no les preguntamos, ellos se acostumbrarán a que nosotros les resolvamos fácil y rápido sin ni siquiera haberlo intentado ellos.. es muy importante preguntarles, para abrirles la posibilidad de hacerlo solos.

Hacer preguntas es una gran estrategia para que también ellos se auto cuestionen, se pregunten ellos mismos sobre sus dudas, sobre la vida, sobre cosas que no entienden, a lo que estarás encaminando a tu hijo con estas preguntas y respuestas ¿y será qué? ¿Y porque esto es así? ¿De dónde sale esto? Es a filosofar. A cuestionarse. Pensar por sí mismos.

Un GRAN libro para fomentar estas preguntas es EL NIÑO FILOSOFO de Jordi Nomen. Ideal para las familias que busquen desarrollar la inteligencia filosófica de los niños.

Yo de chica vivía haciendo preguntas, como cualquier niño mi capacidad de asombro y curiosidad era prácticamente por todo. Pero esta cualidad mía al ser incentivada por mi mamá a nunca dejar de preguntarme siguió a lo largo de mi vida ya pasada la infancia a mi adolescencia, es donde comienza mi pasión por la filosofía y todas las preguntas de la verdad, ¿Cuál es la verdad? ¿Quién dice que es la verdad? ¿Existe el cielo? ¿Dónde está? ¿Quién es Dios? Etc., y ha sido de gran ayuda a realmente preguntarme a mí misma si creo lo que me dicen los libros, la iglesia, las maestras. Formarme una opinión propia acerca de los temas de mi interés que siempre fueron mas bien espirituales. Te invito hacer lo mismo con tus hijos, fomentarles preguntarse y eso comienza en casa. Pregúntales si quieren tu ayuda, pregúntales cómo pueden lograr el resultado que buscan.  Es abrirles camino hacia la filosofía y al autoconocimiento.

Claudina.