Soy de las personas que piensan que todos los días la vida te invita aprender algo. A lo largo de nuestra existencia pasamos por diferentes etapas en las que no sólo crecemos físicamente: crecemos y evolucionamos. En cada etapa, desarrollamos capacidades y aprendizajes que nos permiten llegar a la siguiente. A lo largo de todas ellas tenemos periodos de altas y bajas. Nosotros, al igual que la vida, estamos en constante cambio. No podemos pensar que siempre nos quedaremos en el mismo lugar. Hoy eres diferente a lo que eras ayer; algo pasó en tu vida que te hizo tener una idea nueva, conocer a alguien, vivir determinada situación. Unas veces te tocó aprender; otras, enseñar; unas recibiste y en otras diste; hay periodos que te ayudaron a crecer y otros que te dejaron un mal sabor de boca, pero todas las etapas que has vivido te hacen ser la persona que eres hoy.
Podríamos decir que al igual que las estaciones el año, los seres humanos tenemos periodos de sequía donde no vemos la luz ni recibimos agua para nutrir y mantener viva y radiante nuestra propia flor.
¿Sientes que la vida te quita en lugar de darte? ¿Sientes un vacío que no logras llenar? ¿Sientes que no tienes nada más que dar? Es porque estás pasando por un periodo de sequía, de desierto.
El desierto es cuando estás en ese instante en el que sientes que no tienes abundancia. Por ejemplo: cuando te sientes cansada, sin ánimos y agostas tu salud. Cuando dejas de ponerte como prioridad y te pierdes de vista, cuando dependes de alguna sustancia o persona tóxica, o cuando vives de mal humor, irritable y con resentimiento. Hay diferentes tipos de desierto, por ejemplo:
- Problemas en la relación de pareja
- Falta de prosperidad económica
- Falta de armonía en la relación con tus padres
- Problemas en la familia / con los hermanos
- Reto con los hijos
- Pérdida del sentido de tu vida
- Enojo con Dios
- Enfermedades físicas
Como vemos, muchas cosas pueden llevarnos a perder la luz, la paz, el sentido de la vida: la principal es perderte a ti. Pero no te preocupes, ¡ocúpate!
De entrada no le ves sentido a estas experiencias. Pero tal como después del invierno llega la primavera y las plantas florecen, cuando vamos a llegar a un gran lugar atravesamos por un periodo de sombra. La sequía no es mala, es sólo una oportunidad de crecer.
Te cuento. Yo también he pasado por varias etapas de oscuridad en las que me costaba trabajo hasta respirar. Fue muy fácil rendirme a la sombra y ver todo negro. Por supuesto que no veía el sol y tampoco había flores. Me busqué en otros, busqué mi sol en muchos lados. Dejé de ver mi luz y me perdí buscando mi felicidad en cualquier sitio menos en mí. Culpaba y señalaba a los demás, los hacía responsables de mi infelicidad e intentaba hacer que cambiaran y me dieran lo que necesitaba. Se podrán imaginar el círculo vicioso en el que estaba. No lograba salir de ahí porque me encontraba totalmente perdida: me había perdido a mí. Perdí mi centro y mi sentido de vida por basarme en lo que los demás podían ofrecerme. Claro, no me gustaba lo que recibía porque yo estaba vacía. Nadie me podía llenar porque eso me correspondía a mí. Tomé el aprendizaje que la vida me daba cuando me di cuenta de que mi infelicidad era causada por mí, por no tomar la responsabilidad de hacerme feliz. Logré salir cuando dejé de culpar a los demás, de juzgar y señalar; cuando yo tomé las riendas de mi vida y dejé de buscar soluciones afuera.
Para lograr una flor hermosa hay que cuidarla, regarla, cultivarla. Tú eres la persona con la que vivirás el resto de tu vida, tus hijos se irán de casa y harán su vida, tu pareja puede cambiar, tus amigos alejarse, pero tú te acompañarás todos los años que te queden por delante. La respuesta no sólo está en ti sino que ERES TÚ.
Sólo tú puedes salir del desierto, y lo haces justamente cuando decides regar tu planta. Cuando decides salir de este lugar tomando el aprendizaje que la vida te está regalando hoy.
¿Cómo? Toma este problema, este sentimiento negativo, de conflicto, que tienes hoy y velo como una oportunidad. El primer paso es que decidas ver el lado positivo de lo negativo. A partir de ahí ya estás lista para tomar los aprendizajes que la vida te regala. El mensaje es: ¡no dejes de observarte! Todas tus reacciones negativas, incomodidades, problemas, son situaciones donde puedes darte la oportunidad de crecer, que es justamente a lo que venimos a esta vida.
El universo nos dio la luz y las semillas: nosotras somos las que tenemos que plantarlas, cultivarlas y regarlas para poder brillar de adentro hacia afuera.
En ti está el secreto. Está en ti está descubrir lo increíble que eres. Lo grande y magnífico de tus capacidades para DARTE todo lo que necesitas para ser feliz.
Asume la responsabilidad de TU felicidad. De la misma manera que optamos por la tristeza, por la depresión y la obscuridad, podemos elegir el amor.
Recuérdalo siempre: el amor es algo que podemos elegir y esa elección siempre está en nosotros.
Comencemos.
Claudina